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Jugando con espadachines [Kenshin]
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Jugando con espadachines [Kenshin]
El Sol pegaba como si fuera un día de verano, no corría para nada el aire y se notaba que la gente se quemaba a las horas en que la estrella estaba más alta en el cielo. Yo por suerte, me había protegido, anticipándome al clima, con una capucha y una túnica que llegaba hasta el suelo y cubría toda mi escultura. Salomé iba a mi lado; la gente ya no se asustaba como hace años pues ahora había mascotas demonio que los humanos lograban tener en su propiedad. Se paró a ver un puesto de comida, así que supuse que tendría hambre; me acerqué y cogí algo de carne, dándosela y pagando con monedas de la isla de donde venía al hombre.
- No me valen –alarga la mano para que las recoja. Solo me paré a escucharle, ni siquiera me giré.- Me tienes que pagar con plata, como siempre se ha hecho; aquí estas monedas no valen.
No le dediqué ningún gesto, solo lo escuché con oídos sordos y proseguí mi viaje; le había pagado, no había cometido ningún error ni crimen, por lo tanto no me pararía. Salomé sí que miró al hombre, de unos cuarenta años y fornido, un carnicero de siempre; ella era más sensible que yo y se preocupaba por todo lo que me ocurría aunque yo no le diera importancia. Me paré al ver que varios hombres, algunos más jóvenes, otros de la misma edad del carnicero, me rodeaban como si creyeran que podían hacer algo para que cambiara las monedas. Cerré los ojos, ingenuos…
- Paga o te arrepentirás, forastero –llevando algunos espadas pueblerinas que no valían nada y otros, azadas de remover la tierra de los campos al labrar. Salomé me intentó rodear pero le hice un gesto sencillo y apenas se podía percibir, por lo que se apartó de allí para solucionarlo yo. Sin embargo, no actué aún.
- No he hecho nada para enfadar al personal, ya pagué –dije con suficiente volumen para que todos me oyeran, incluso los que estaban a mi espalda. Pero uno escupió al suelo, quitándose el mal sabor de boca que seguramente se le había formado al tener saliva seca del calor que hacía. Eso me pareció un gesto negativo hacia mi comentario así que esperé a que atacara alguno de ellos.
- No me valen –alarga la mano para que las recoja. Solo me paré a escucharle, ni siquiera me giré.- Me tienes que pagar con plata, como siempre se ha hecho; aquí estas monedas no valen.
No le dediqué ningún gesto, solo lo escuché con oídos sordos y proseguí mi viaje; le había pagado, no había cometido ningún error ni crimen, por lo tanto no me pararía. Salomé sí que miró al hombre, de unos cuarenta años y fornido, un carnicero de siempre; ella era más sensible que yo y se preocupaba por todo lo que me ocurría aunque yo no le diera importancia. Me paré al ver que varios hombres, algunos más jóvenes, otros de la misma edad del carnicero, me rodeaban como si creyeran que podían hacer algo para que cambiara las monedas. Cerré los ojos, ingenuos…
- Paga o te arrepentirás, forastero –llevando algunos espadas pueblerinas que no valían nada y otros, azadas de remover la tierra de los campos al labrar. Salomé me intentó rodear pero le hice un gesto sencillo y apenas se podía percibir, por lo que se apartó de allí para solucionarlo yo. Sin embargo, no actué aún.
- No he hecho nada para enfadar al personal, ya pagué –dije con suficiente volumen para que todos me oyeran, incluso los que estaban a mi espalda. Pero uno escupió al suelo, quitándose el mal sabor de boca que seguramente se le había formado al tener saliva seca del calor que hacía. Eso me pareció un gesto negativo hacia mi comentario así que esperé a que atacara alguno de ellos.
Invitado- Invitado
Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
Caminar por el bosque era sin duda una de las cosas que mas me gustaban, podia sentir el aroma del rocio al amanecer, y caminar bajo la sombra de los arboles sin sufrir a causa del calor, el cual misteriosamente se habia mostrado en gran cantidad a pesar de estar a mitad del invierno. Si me ponia a pensar, aquello era algo realmente extraño, nunca antes habia sentido el calor en invierno, mas no podia quejarme. Despues de todo, preferia los dias calurosos, antes de los dias nevados. No queria ponerme melancolico en aquellos momentos, como siempre ocurria al recordar la nueve y el suceso que habia marcado mi vida, y la cruz en mi mejilla. Simplemente segui caminando, hasta que la sombra de los arboles poco a poco fue reduciendose, como muestra de que me acercaba a un espacio abierto. Seguramente estaba cerca de una aldea, o un prado de flores, cualquiera de las dos sin duda me seria agradable.
Tal como imagine, pasaron unos minutos antes de que llegara a un camino de tierra, rodeado de sembrarios, como muestra de la cercania de una de las tantas aldeas de los alrededores. El sembrario de arroz era el que mas atractivo resultaba, puesto que de no ser por los pequeños monticulos de tierra que separaban el sembrario en varios cuadros del mismo, sin duda, pareciera que el camino de tierra pasaba por un lago. Segui caminando, ignorando a las personas que seguian con su trabajo en los sembrarios, hasta llegar finalimente a la entrada de la aldea. Revise mi bolsillo en busca de algo que me sirviera para conseguir alimento, sonriendo al notar que aun tenia algo de plata conmigo, quiza podria costearme un tazon de estofado o un pedazo de carne al menos.
Mi camino se vio interrumpido por una mujer que caminaba con total tranquilidad, siendo reprendida por un hombre, al parecer un carnisero. Este le exigia plata, lo cual me resulto totalmente extraño... ¿acaso la mujer les habia robado? No estaba seguro. Varios de los aldeanos rodearon a la mujer, y fue entonces que me di cuenta del gran problema en el que ella se habia metido, especialmente porque algunos llevaban espadas.
_ Pienso que esta mal enfrentar a una joven mujer entre tantas personas-de gozaru - dije con una sonrisa serena, cruzando a los hombres para colocarme junto a aquella mujer desconocida. Preguntaron por quien era, y yo simplemente cambie mi sonrisa por un rostro serio.- atras.- susurre a la mujer. Tanto tiempo rodeado de batallas me habia acostumbrado a distinguir cuando se preparaban para asustar a alguien o cuando realmente querian atacar, y aquellos hombres no solamente querian asustarla. Mi mano se poso encima del mango de mi Sakabatou, mientras miraba directamente hacia un lado. Uno de los hombres de dicha direccion se avalanzo hacia nosotros con la idea de cortarnos con su espada, mas aun asi, mi estilo de pelea era sin duda mas rapido. Logre desenvainar mi espada y detener su ataque, para desarmarlo con un sencillo movimiento. Ninguno de ellos seguia un estilo, por lo que era imposible que supieran realmente usar la espada.
Tal como imagine, pasaron unos minutos antes de que llegara a un camino de tierra, rodeado de sembrarios, como muestra de la cercania de una de las tantas aldeas de los alrededores. El sembrario de arroz era el que mas atractivo resultaba, puesto que de no ser por los pequeños monticulos de tierra que separaban el sembrario en varios cuadros del mismo, sin duda, pareciera que el camino de tierra pasaba por un lago. Segui caminando, ignorando a las personas que seguian con su trabajo en los sembrarios, hasta llegar finalimente a la entrada de la aldea. Revise mi bolsillo en busca de algo que me sirviera para conseguir alimento, sonriendo al notar que aun tenia algo de plata conmigo, quiza podria costearme un tazon de estofado o un pedazo de carne al menos.
Mi camino se vio interrumpido por una mujer que caminaba con total tranquilidad, siendo reprendida por un hombre, al parecer un carnisero. Este le exigia plata, lo cual me resulto totalmente extraño... ¿acaso la mujer les habia robado? No estaba seguro. Varios de los aldeanos rodearon a la mujer, y fue entonces que me di cuenta del gran problema en el que ella se habia metido, especialmente porque algunos llevaban espadas.
_ Pienso que esta mal enfrentar a una joven mujer entre tantas personas-de gozaru - dije con una sonrisa serena, cruzando a los hombres para colocarme junto a aquella mujer desconocida. Preguntaron por quien era, y yo simplemente cambie mi sonrisa por un rostro serio.- atras.- susurre a la mujer. Tanto tiempo rodeado de batallas me habia acostumbrado a distinguir cuando se preparaban para asustar a alguien o cuando realmente querian atacar, y aquellos hombres no solamente querian asustarla. Mi mano se poso encima del mango de mi Sakabatou, mientras miraba directamente hacia un lado. Uno de los hombres de dicha direccion se avalanzo hacia nosotros con la idea de cortarnos con su espada, mas aun asi, mi estilo de pelea era sin duda mas rapido. Logre desenvainar mi espada y detener su ataque, para desarmarlo con un sencillo movimiento. Ninguno de ellos seguia un estilo, por lo que era imposible que supieran realmente usar la espada.
Invitado- Invitado
Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
La plata no era mi problema, podía conseguir el dinero de donde quisiera y cuando quisiera. Desde que aparecí por aquella isla solo creé un caos entre los hombres, aprendí a usar mi belleza como un método de ataque hacia los ambos sexos, pero no siempre surgía efecto. Normalmente sí, pues admitía que tenía un gran físico que llamaba la atención, no iba a negarlo, era real y hacía bien en aprovecharlo. Cada uno debe ser consciente de sus puntos fuertes y hacerlos tan poderosos que pudieran llegar a ser la fortaleza de tus puntos débiles, así nunca perderías ninguna batalla. Sin embargo, con esas personas, tan egoístas por el dinero, tan ambiciosos por hacerse los fuertes delante de todo el pueblo que nos observaba, no merecía la pena.
- "Serán estúpidos, solo por unas monedas diferentes buscando problemas con gente que ni siquiera conocen, bastardos pueblerinos, sabréis por fin quién soy yo" –pensé sin remordimientos, odiaba con todas mis fuerzas esa gente que no comprendía cuál era su lugar.
Pero entonces, un muchacho apareció delante, dejándose rodear también por el carnicero y sus súbditos de pacotilla. Sus cabellos eran rojos como la sangre, su mirada fría y calculadora, podía sentirlo sin apenas fijarme en él; todo un caballero que salvaría a la dama. Yo no necesitaba un príncipe, sabía cuidarme de mi misma, aunque no le culpo, no sabía que podría defenderme, además Salomé se había apartado así que no sabía si podría ser mía o un simple demonio que se ha acercado a ver el espectáculo de lejos. Desvié la mirada al joven que hacía el amago de desenvainar la espada y me pedía que me apartara; yo no era de ese estilo así que no esperé para que él empezara. Eran mis rivales.
- Si deseas irte atrás tú, hazlo –me adelanté a él. Mi mano se acercó al nudo de la capucha que llevaba con la túnica, lo deshice y la lancé lejos para que no me incordiara. Ahora el combate iba a comenzar. Miré al joven con una sonrisa decidida y valiente, no era para nada miedosa en las luchas, de hecho me encantaba participar en ellas a no ser que no tuvieran nada que ver conmigo.- Yo no lo haré.
Me giré hacia los aldeanos sorprendidos, mi altura era de un hombre y era normal que al ocultarme me hubieran confundido con el sexo masculino. Ser alta era también uno de mis puntos fuertes. Salté lo suficiente para aterrizar sobre un aldeano y con mis piernas, mi estilo de combate parecido a la capoeira, eché a cada uno con un golpe de patada. Me puse sobre las manos y di vueltas sobre mi misma, creando un remolino que los alejó a cada uno que se acercara a atacar. Tras acabar con esos, al único que había sobrevivido a mi remolino, lo mandé lejos, levantando tal tierra que no se vio por donde acabó el hombre.
- No se metan con quien no deben… -murmuré.
- "Serán estúpidos, solo por unas monedas diferentes buscando problemas con gente que ni siquiera conocen, bastardos pueblerinos, sabréis por fin quién soy yo" –pensé sin remordimientos, odiaba con todas mis fuerzas esa gente que no comprendía cuál era su lugar.
Pero entonces, un muchacho apareció delante, dejándose rodear también por el carnicero y sus súbditos de pacotilla. Sus cabellos eran rojos como la sangre, su mirada fría y calculadora, podía sentirlo sin apenas fijarme en él; todo un caballero que salvaría a la dama. Yo no necesitaba un príncipe, sabía cuidarme de mi misma, aunque no le culpo, no sabía que podría defenderme, además Salomé se había apartado así que no sabía si podría ser mía o un simple demonio que se ha acercado a ver el espectáculo de lejos. Desvié la mirada al joven que hacía el amago de desenvainar la espada y me pedía que me apartara; yo no era de ese estilo así que no esperé para que él empezara. Eran mis rivales.
- Si deseas irte atrás tú, hazlo –me adelanté a él. Mi mano se acercó al nudo de la capucha que llevaba con la túnica, lo deshice y la lancé lejos para que no me incordiara. Ahora el combate iba a comenzar. Miré al joven con una sonrisa decidida y valiente, no era para nada miedosa en las luchas, de hecho me encantaba participar en ellas a no ser que no tuvieran nada que ver conmigo.- Yo no lo haré.
Me giré hacia los aldeanos sorprendidos, mi altura era de un hombre y era normal que al ocultarme me hubieran confundido con el sexo masculino. Ser alta era también uno de mis puntos fuertes. Salté lo suficiente para aterrizar sobre un aldeano y con mis piernas, mi estilo de combate parecido a la capoeira, eché a cada uno con un golpe de patada. Me puse sobre las manos y di vueltas sobre mi misma, creando un remolino que los alejó a cada uno que se acercara a atacar. Tras acabar con esos, al único que había sobrevivido a mi remolino, lo mandé lejos, levantando tal tierra que no se vio por donde acabó el hombre.
- No se metan con quien no deben… -murmuré.
- Supervelocidad:
Invitado- Invitado
Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
Después de haber desarmado al primer hombre, lleve mi mirada nuevamente hacia aquella mujer, la cual había negado completamente la idea de escapar, tomando posición en batalla. No dudaba de ella, puesto que en la guerra había visto a varias mujeres que eran buenas en lo que hacían, como guerreras, ninjas o espías. Había sido realmente complicado el derrotar a aquellas mujeres, por lo que no dudaba que ella fuese una de esas mujeres que podían defenderse muy bien. Y lo había demostrado muy bien, pues al momento en que había dirigido mi mirada hacia ella, unos pocos segundos mas tarde, comenzó a atacar a aquellos hombres con gran velocidad y agilidad, sin hacer uso alguno de armas. Si en un principio me había atravesado para protegerla, ahora me daba cuenta de que había sido totalmente innecesario. Ni siquiera había hecho realmente un ataque, únicamente había esquivado a los hombres que ella fácilmente mandaba a volar, y dejaba inconscientes a los que aun se mostraban conscientes en el piso.
_ ¡¿Oro?! - exclame, con los ojos en platos al momento de darme cuenta de que, en pocos instantes, había finalizado con todos ellos. O eso creía, uno de los hombres salio volando hacia una dirección en especial, difícil de encontrar a causa del polvo levantado. Aun así, afile la mirada dirigiéndola hacia ese lugar, volteando mi Sakabatou para poder golpear con la empuñadura en el estomago a aquel hombre, que se había levantado con la intención de aparecer de sorpresa aprovechando el polvo. Aquel sencillo golpe fue mas que suficiente para que el joven cayera al piso, sosteniendo su estomago, para segundos después quedar en total inconsciencia. Una vez me asegure de que todos estuviesen en un estado similar, volví a envainar mi espada.
_ Tiene talento en batalla, señorita - dije sonriendo de forma amable al momento en que la mire, olvidando por completo la mirada seria que había mantenido apenas minutos atrás.- Veo que no hubiese necesitado de mi ayuda-de gozaru.
Tras decir eso, me coloque en cuclillas mirando a uno de los hombres inconscientes. Si bien, el simple golpe que había recibido debía haber sido suficiente para dejarlo en aquel estado, los zapatos de la mujer vaya que debieron haber incrementado el efecto. Me levante nuevamente, sacudiendo mi hakama para luego dirigirme de nueva cuenta hacia aquella misteriosa mujer. A juzgar por su atuendo, que había notado bajo su túnica al momento en que peleaba, ella debía de ser extranjera. Era extraño ver esa clase de vestimenta en estos lugares, las mujeres usualmente usaban kimonos.
_ Usted...es extranjera ¿no? - pregunte, dándome cuenta entonces de que probablemente podía tomarlo como un insulto de mi parte.- disculpe, solo pensé eso por su vestimenta. Debe ser dificil estar en un lugar diferente a su hogar ¿verdad?... mi nombre es Kenshin... Kenshin Himura-de gozaru.
Extendiendo mi mano hacia ella, a modo de saludo.
_ ¡¿Oro?! - exclame, con los ojos en platos al momento de darme cuenta de que, en pocos instantes, había finalizado con todos ellos. O eso creía, uno de los hombres salio volando hacia una dirección en especial, difícil de encontrar a causa del polvo levantado. Aun así, afile la mirada dirigiéndola hacia ese lugar, volteando mi Sakabatou para poder golpear con la empuñadura en el estomago a aquel hombre, que se había levantado con la intención de aparecer de sorpresa aprovechando el polvo. Aquel sencillo golpe fue mas que suficiente para que el joven cayera al piso, sosteniendo su estomago, para segundos después quedar en total inconsciencia. Una vez me asegure de que todos estuviesen en un estado similar, volví a envainar mi espada.
_ Tiene talento en batalla, señorita - dije sonriendo de forma amable al momento en que la mire, olvidando por completo la mirada seria que había mantenido apenas minutos atrás.- Veo que no hubiese necesitado de mi ayuda-de gozaru.
Tras decir eso, me coloque en cuclillas mirando a uno de los hombres inconscientes. Si bien, el simple golpe que había recibido debía haber sido suficiente para dejarlo en aquel estado, los zapatos de la mujer vaya que debieron haber incrementado el efecto. Me levante nuevamente, sacudiendo mi hakama para luego dirigirme de nueva cuenta hacia aquella misteriosa mujer. A juzgar por su atuendo, que había notado bajo su túnica al momento en que peleaba, ella debía de ser extranjera. Era extraño ver esa clase de vestimenta en estos lugares, las mujeres usualmente usaban kimonos.
_ Usted...es extranjera ¿no? - pregunte, dándome cuenta entonces de que probablemente podía tomarlo como un insulto de mi parte.- disculpe, solo pensé eso por su vestimenta. Debe ser dificil estar en un lugar diferente a su hogar ¿verdad?... mi nombre es Kenshin... Kenshin Himura-de gozaru.
Extendiendo mi mano hacia ella, a modo de saludo.
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Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
Me levanté con lentitud para no dañar los ligamentos y tendones de mis rodillas, había entrenado duro desde pequeña como para quedarme un mes o más sin poder moverme; eso nunca pasaría por lo que tenía ciertas reglas en mis movimientos de combate y entrenamientos que debía cumplir a rajatabla. Había arrasado a los aldeanos que le tocaban doloridos partes del cuerpo; a pesar de atacarme, eran humanos y no habían hecho nada tan grave como para matarlos. Noté como Salomé se acercaba y me colocaba la capucha encima de la cabeza por lo que me la até al cuello y me giré. Entonces me di cuenta de que no era un “había” si no un “habíamos”. El joven samurái que me había querido ayudar, a pesar de decirle con mi mirada que no hacía falta su ayuda, tomó espada y se deshizo de los que estaban detrás de mí; ya decía yo que había sido demasiado fácil.
Me quedé mirándolo un momento hasta que volvió a su postura normal, supongo, y Salomé se puso detrás de mí, casi siempre rodeándome con su alargado cuerpo. Me alagó por mis dotes de combate, la verdad es que no era el primero pero si de los pocos hombres que, antes que fijarse en mi altura y belleza, se fijaba antes en mis dotes de combate.
- Gracias –no supe qué más responder. Todavía me aturdían ese tipo de cumplidos.
Se agachó a ver a uno de los hombres, en eso que yo miré a todos los demás del pueblo que pedían por favor que nos fuéramos de allí. Antes de ello me acerqué a otra tienda al aire libre de madera y cogí algo de comida, volviendo a pagar con esas monedas que no eran como las de aquí de “plata”. En la isla que estuve dos años, las monedas eran de plata pero bañadas en bronce para ocultar su valor ya que solo allí lo sabíamos. Volví con Salomé y el joven volvió a acercarme a mí, éramos de la misma altura por lo que él tampoco era muy bajito.
- No lo soy, pero es normal que lo pienses –vi su mano, jamás había tocado la mano de un hombre por lo que no me atreví, fingiendo indiferencia, me giré y tomé camino, cerrando los ojos. Era muy segura de mí misma, pero habían cosas que todavía me superaban y no debía mostrar mis debilidades.- Supongo que sí, es difícil… Aunque yo ya viví aquí –comenté.- Soy… Hancock –merecía saber mi nombre. Había sido amable, aunque me estaba costando la vida devolverle la amabilidad. Yo no solía ser así con nadie.
Me quedé mirándolo un momento hasta que volvió a su postura normal, supongo, y Salomé se puso detrás de mí, casi siempre rodeándome con su alargado cuerpo. Me alagó por mis dotes de combate, la verdad es que no era el primero pero si de los pocos hombres que, antes que fijarse en mi altura y belleza, se fijaba antes en mis dotes de combate.
- Gracias –no supe qué más responder. Todavía me aturdían ese tipo de cumplidos.
Se agachó a ver a uno de los hombres, en eso que yo miré a todos los demás del pueblo que pedían por favor que nos fuéramos de allí. Antes de ello me acerqué a otra tienda al aire libre de madera y cogí algo de comida, volviendo a pagar con esas monedas que no eran como las de aquí de “plata”. En la isla que estuve dos años, las monedas eran de plata pero bañadas en bronce para ocultar su valor ya que solo allí lo sabíamos. Volví con Salomé y el joven volvió a acercarme a mí, éramos de la misma altura por lo que él tampoco era muy bajito.
- No lo soy, pero es normal que lo pienses –vi su mano, jamás había tocado la mano de un hombre por lo que no me atreví, fingiendo indiferencia, me giré y tomé camino, cerrando los ojos. Era muy segura de mí misma, pero habían cosas que todavía me superaban y no debía mostrar mis debilidades.- Supongo que sí, es difícil… Aunque yo ya viví aquí –comenté.- Soy… Hancock –merecía saber mi nombre. Había sido amable, aunque me estaba costando la vida devolverle la amabilidad. Yo no solía ser así con nadie.
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Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
Si algo podía negar, era el hecho de ser despistado, por mas que lo aparentara físicamente. Estaba seguro de que, al momento en que la halagara, se había sorprendido. No era la primera vez que conocía a una mujer con dotes de combate, ya había conocido a algunas anteriormente, así que no comprendía realmente porque le sorprendía recibir un halago de ese tipo. ¿Seria quizá porque no había recibido alguno anteriormente? no... dudaba de ello, era buena peleando, así que seguramente alguien ya le había dicho lo mismo con anterioridad. La había sentido alejarse mientras revisaba el cuerpo de aquel hombre, aun así, para cuando hice aquella pregunta ella estaba de regreso.
Ella había negado el ser extranjera, aunque bueno, debía aceptar que me había basado únicamente en aquellas vestimentas que usaba para hacer aquel veredicto. El japones común era de pelo negro, piel clara y ojos rasgados, aun así, no podía juzgar por la simple apariencia puesto que, aun siendo japones, mi cabello era del color rojo de la sangre derramada. ¿Seria mi madre quien conociera mi futuro como para crearme con dicho color? mi madre, lo poco que recordaba de ella, era de pelo negro... mi padre también, sacar un color así era realmente extraño. Aquella mujer estuvo de acuerdo con la forma en que pensaba, sobre la dificultad de un extranjero en el país nipon, para luego presentarse. En ningun momento había respondido a mi saludo de mano, aun así, no me mostré molesto ni algo parecido. Simplemente seguí sonriendo y baje la mano.
_ Pienso que, por su seguridad, Hancock-dono, deberia conseguir monedas de plata. Muchos aqui son muy exigentes con eso -de gozaru - dije, mientras tomaba del interior de mi ahori una pequeña bolsita de piel, y se la extendia.- tome... son pocas, pero pueden serle de ayuda - aquella bolsita tenia en su interior unas cuantas monedas. No las necesitaba, a decir verdad, podia alimentarme facilmente cazando animales pequeños o simplemente buscando frutas. Si cargaba aquellas monedas era solo por costumbre.
Off: disculpa la tardanza, y lo corto del tema, ya habia mencionado que paso y no tuve mucha idea de que contestar.
Ella había negado el ser extranjera, aunque bueno, debía aceptar que me había basado únicamente en aquellas vestimentas que usaba para hacer aquel veredicto. El japones común era de pelo negro, piel clara y ojos rasgados, aun así, no podía juzgar por la simple apariencia puesto que, aun siendo japones, mi cabello era del color rojo de la sangre derramada. ¿Seria mi madre quien conociera mi futuro como para crearme con dicho color? mi madre, lo poco que recordaba de ella, era de pelo negro... mi padre también, sacar un color así era realmente extraño. Aquella mujer estuvo de acuerdo con la forma en que pensaba, sobre la dificultad de un extranjero en el país nipon, para luego presentarse. En ningun momento había respondido a mi saludo de mano, aun así, no me mostré molesto ni algo parecido. Simplemente seguí sonriendo y baje la mano.
_ Pienso que, por su seguridad, Hancock-dono, deberia conseguir monedas de plata. Muchos aqui son muy exigentes con eso -de gozaru - dije, mientras tomaba del interior de mi ahori una pequeña bolsita de piel, y se la extendia.- tome... son pocas, pero pueden serle de ayuda - aquella bolsita tenia en su interior unas cuantas monedas. No las necesitaba, a decir verdad, podia alimentarme facilmente cazando animales pequeños o simplemente buscando frutas. Si cargaba aquellas monedas era solo por costumbre.
Off: disculpa la tardanza, y lo corto del tema, ya habia mencionado que paso y no tuve mucha idea de que contestar.
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Re: Jugando con espadachines [Kenshin]
Fui a tirar a andar, mi camino me esperaba, debía conseguir más fragmentos de Shikon para mi nuevo jefe; el tiempo era oro y perderlo sería un desperdicio. Pero al dar dos pasos volví a escuchar al joven, insistente en preocuparse de mi persona; odiaba que se preocuparan por mí. Bueno, en realidad, me gustaba pues nadie nunca lo hacía, pero en ese momento sentía rabia por ello, era un sentimiento oculto en otro muy diferente. Las monedas de plata que querían los carniceros fue la propina del joven Kenshin, cabellos de sangre. Al ir a coger las monedas con descaro, me fijé en la marca de su rostro, parecía profunda. Me entró una sorprendente curiosidad por saber por qué la llevaba en su rostro.
- Gracias –simplemente agradecí con palabras, más bien escupidas, de mi boca. Tardaría mucho, aquél joven, en ver algo de sentimientos o emociones en mi voz hacia él.- Hace tiempo las personas de aquí no eran tan exigentes, me pregunto por qué después de años se han vuelto tan rácanas –cogiendo la bolsa.
La balanceé de arriba abajo, haciendo que saltara levemente por los aires y volviera a mi mano, imaginando el peso de esas monedas. Era una persona orgullosa, pero tener las monedas de alguien sin nada a cambio… Me sentaba horriblemente mal. Por ello lo miré y le devolví la bolsa, lanzándosela de golpe y con fuerza, frunciendo el ceño molesta.
- No acepto propinas –mi voz parecía enfadada, pero en realidad era mi forma de ocultar mi verdadero yo. Siempre llevaba una máscara por faz. Nadie, nunca, jamás, debía conocer mi personalidad. O si no, acabaría por ser apuñalada.- Por cierto… -señalé mi cara, refiriéndome a su marca.- ¿Se puede saber qué bestia rasgó esa hermosa cara de cabellos rojos y ojos de curioso color? –mi rostro por un momento cambió, sin darme cuenta, a una ligera preocupación en mi mirada, tal vez una pequeña, casi insignificante, curvatura de las cejas.
OFF: Siento la tardanza también, me mandaron de golpe muchos trabajos. Tengo unos profesores tan majos xD
- Gracias –simplemente agradecí con palabras, más bien escupidas, de mi boca. Tardaría mucho, aquél joven, en ver algo de sentimientos o emociones en mi voz hacia él.- Hace tiempo las personas de aquí no eran tan exigentes, me pregunto por qué después de años se han vuelto tan rácanas –cogiendo la bolsa.
La balanceé de arriba abajo, haciendo que saltara levemente por los aires y volviera a mi mano, imaginando el peso de esas monedas. Era una persona orgullosa, pero tener las monedas de alguien sin nada a cambio… Me sentaba horriblemente mal. Por ello lo miré y le devolví la bolsa, lanzándosela de golpe y con fuerza, frunciendo el ceño molesta.
- No acepto propinas –mi voz parecía enfadada, pero en realidad era mi forma de ocultar mi verdadero yo. Siempre llevaba una máscara por faz. Nadie, nunca, jamás, debía conocer mi personalidad. O si no, acabaría por ser apuñalada.- Por cierto… -señalé mi cara, refiriéndome a su marca.- ¿Se puede saber qué bestia rasgó esa hermosa cara de cabellos rojos y ojos de curioso color? –mi rostro por un momento cambió, sin darme cuenta, a una ligera preocupación en mi mirada, tal vez una pequeña, casi insignificante, curvatura de las cejas.
OFF: Siento la tardanza también, me mandaron de golpe muchos trabajos. Tengo unos profesores tan majos xD
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