Apareciendo en un nuevo mundo ¿Quien soy? (Libre)

No encontraba nada que hacer, unos demonios me habían estado molestando y yo seguía tras el rastro de la historia de la Shikon, la cual me tenía del todo interesada; sobre todo si me volvía a encontrar con mi maestro el cual llevaba desaparecido algunos años. Me pregunté qué clase de energía estará poseyendo a alguien de su nivel, tenía tantas dudas y no podía resolverlas; me daba mucha rabia.

Llegué a un árbol enorme, donde se supone que fue sellado el hanyou Inuyasha hacía unos años, durante medio siglo, como si fuera el protector del bosque. De protector tenía lo que yo de niña, pero bueno, cada uno tenía sus mitos y sus leyendas. Entonces escuché un ruido y me giré por uno de los laterales, viendo a una joven tendida en el suelo y parecía algo confusa en su mirada.

-¿Un ángel ha caído del cielo? -me pongo frente a ella.- Aunque tú no pareces un ángel, pareces más bien una chica totalmente indefensa... -me acaricio la mejilla.- ¿Qué haces aquí sola en un bosque de la "era Feudal"? -recalqué esa última palabra para hacerle comprender dónde se encontraba.- Ah, y bajo el árbol Sagrado.

Recordé el día de pequeña que vine a rezar a un demonio el cual nunca cambiaba en los pasos de los años. Parecía un milagro del cielo y las leyendas contaban que era un semi-demonio que cuidaba el bosque; ahora comprendía que todo tiene cu explicación. Así que seguramente esa chica, que estuviera ahí sentada y hubiera caído de arriba, tendría una explicación razonable.

-Si, ¿no sabes lo que son los ángeles? -me río y me agacho frente a ella, ofreciéndole la mano para que se levantara y al menos pudiéramos observar si seguía manteniendo el equilibrio.- ¿Solo tu nombre? ¿No recuerdas nada más? -extrañada por ello.

Me quedo mirándola, imaginándome a mi cuando estaba tan perdida por ese mundo que totalmente desconocía. Un lugar que estaba lleno de vida peligrosa para una niña de tan solo diez años que vagaba sin tener familia por el bosque hasta llegar a un hombre de cabellos oscuros y ojos rojos que aportó mucho a mi vida. Miré como esa pluma caía y después a la chica, la que parecía más demonio que humana por las cosas que decía; sin embargo no percibía ningún tipo de poder en ella que fuera demoníaco.

-¿Recuerdos en forma de plumas? -pregunté extrañada pero acabé riendo.- Puedo acompañarte si quieres a la próxima aldea, allí hay una sacerdotisa muy vieja que tal vez sepa algo de lo que te está pasando, por qué no recuerdas nada y qué haces aquí... ¿Me acompañas? -sonriendo.